Aunque no tengo la costumbre de leer cómics, en su momento tuve la oportunidad de hojear varios números de Civil War gracias a que uno de mis hermanos se aficionó a ellos durante algún tiempo.
Fue después del boom de las ediciones mexicanas a cargo de Televisa y mucho antes del universo cinematográfico que ahora conocemos.
Que —además de críticas— ha traído consigo toneladas de productos oficiales para regocijo de sus fans. Un ejemplo son estos chocolates a lo Kinder Sorpresa que todavía llegan a la tienda cercana a la oficina.
Me obsesioné tanto con completar la colección de las figurillas que incluyen consigo que los compré religiosamente durante casi un año. Al final lo logré. La culpa era del Cap que se resistía a aparecer.