Durante el último año de preparatoria conseguí mi primer empleo. Invertía mi tiempo cada fin de semana en un café internet cercano a casa. Mientras atendía el negocio, se volvió ritual dejar la televisión encendida en algún canal musical.
En ocasiones el sonido no era más que ambiental. Pero, en otras, el descubrimiento de un nuevo artista a quien incluir en la playlist.
Fue así como en tiempos de reggaetón escuché por primera vez a James Morrison. Quien ahora me sorprendió con un nuevo sencillo.
A mi parecer, lo genial de My Love Goes On es la colaboración de Joss Stone. Que —dato real— era el dueto con el que había fantaseado en esos días al mando del universal Control de Ciber.