Fueron prácticamente nueve meses para completar la misión principal de Tomb Raider, el remake de 2013 desarrollado por Crystal Dynamics. Para mí, resulta un logro, puesto que ya han pasado varios años desde la última vez que me adentré en un videojuego del estilo. Gamer como tal, pues, no soy.
Si tuviera que destacar mi principal dificultad, sería la de apuntar durante los combates. Mover el stick, pasarme por poco o mucho del objetivo, y terminar muerto una y otra vez, fue realmente frustrante. Hubo ocasiones en las que dejé el juego por días, e incluso meses, sin motivación para volverlo a intentar.
Para colmo, también los QTE me resultaron complicados, en parte porque todavía no asocio la posición de los botones con su correspondiente letra o color. Aun así logré completar el 75% de la aventura en su dificultad “normal”. Sin embargo, me veo en la obligación de añadir que el mismo juego me facilitó algunos escenarios.
Creo que eso último eventualmente me hará volver a Yamatai. Esa espinita no puedo dejarla ahí para siempre.